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Es bastante común encontrarnos con niños que tienen el cráneo asimétrico, normalmente aplastado por uno de los lados debido al hecho de haber dormido con la cabeza en la misma postura durante sus primeros meses o debido a las condiciones del parto. También puede suceder que el aplastamiento se dé en la parte posterior de la cabeza.
Los padres y muchos pediatras no le dan demasiada importancia, considerándolo un problema exclusivamente estético. Pero basta reflexionar un momento para llegar a la conclusión de que no es así. Debemos tener en cuenta que el cráneo es el contenedor y protector del cerebro, y que su forma va a determinar irremediablemente la forma del contenido...
Entonces pasamos de hablar de un cráneo aplastado a un cerebro de las mismas características. Este cráneo no deja que uno de los hemisferios, o ambos, se desarrollen adecuadamente. No está claro qué tipo de consecuencias puede acarrear, pero podemos sospechar que sea una posible causa de cualquier alteración o problema que manifiesten los niños en su desarrollo.
Lo que sí está claro es que es más fácil prevenir que curar, por ello debería informarse a todos los nuevos padres de que han de procurar no dejar a su bebé dormir siempre del mismo lado para así evitar la deformación. Y en el caso de que ésta exista ya, que visiten cuanto antes a un osteópata infantil. El paso de los meses es una cuestión decisiva de cara a obtener resultados satisfactorios.
En ocasiones, sólo con que los padres rectifiquen la postura del niño en la cuna al darse cuenta de que está comenzando a darse la deformación ésta suele corregirse por sí sola. Es normal que además su cabecita esté deformada por la estrechez del canal pélvico, aunque esta deformación es temporal, ya que los huesos de la cabeza del bebé son bastante "flexibles" todavía. Esta deformación desaparece en unos pocos días, en el momento en que empieza a bostezar, llorar, succionar, todo lo propio de un bebé. Todas estas actividades provocan que los huesos vuelvan a su posición original.
Pero hay casos en los que esa deformación craneal puede perdurar y como consecuencia, el bebé tiene algunos síntomas característicos. Suele estar muy agitado, llora a menudo, está muy irritado e incluso puede tener muchos gases.
Hay algunos signos mucho más evidentes, como por ejemplo, puedes ver que siempre gira la cabeza hacia el mismo lado. Los problemas craneales suelen aumentar cuando el parto ha sido extremista, es decir o muy lento o muy rápido, ambos extremos, provocan una excesiva compresión de las estructuras óseas. Si la posición del bebé no es la adecuada o se utilizaron fórceps durante el parto, también son posibles riesgos. Un bebé prematuro también tiene más posibilidades de tener algún problema craneal.
Es importante insistir de nuevo que cuanto más joven es el niño, mayores son las garantías de éxito en un tiempo menor de tratamiento.
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