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Hay una compresión de los parietales lateralmente, y esta compresión exige una adaptación. Son las suturas y las fontanelas las que permiten la acomodación del cráneo. Esta queda favorecida por la superposición de los huesos membranosos. Los parietales, a nivel de la sutura coronal, es decir, su articulación con el frontal, cubren las dos mitades del frontal, y a nivel del occipital, cubren el occipital. La función por interacción de la duramadre controla y limita la estructura en su adaptación.
Entonces, durante esta fase, la progresión del neonato es posible solamente si la cabeza del feto hace una flexión para disminuir el diámetro del Cráneo y permitir la bajada del bebe. Esta flexión involucra el hueso occipital. Este hueso occipital, embriológico, esta formado de cuatro partes no soldadas. Esta particularidad permite la acomodación a nivel de la sutura entre los parietales y permite un movimiento de báscula entre la parte posterior del occipital y la parte de la base, es decir, la parte que corresponde a los cóndilos (articulaciones con la primera vértebra cervical).
Podemos entender muy fácilmente que si hay un exceso de tensiones, una lesión a nivel de la pelvis de la madre que frena o, por el contrario, que acelera demasiado esta progresión, las fuerzas sobre los huesos craneales del bebe, y específicamente, las distintas partes del hueso occipital, pueden provocar deformaciones mas o menos importantes. Estas deformaciones y alteraciones del movimiento de los huesos, y específicamente del hueso occipital, alteraran directamente la relación del cráneo con la columna vertebral. Sobre todo, van a comprimir la base del cráneo, alterando el diámetro del agujero occipital por el cual pasa la medula espinal y alterando también su parte más alta, el bulbo, que contiene el centro de la respiración entre otras cosas importantes.
Todo el mecanismo del parto va a constituir y preparar la estimulación neurológica del bebe. Durante su migración hacia el alumbramiento, la cabeza fetal esta sometida a un modelado que se orienta en un primer tiempo hacia una compresión, llevando el cráneo en extensión (con respecto a la sínfisis esfeno-basilar) y este fenómeno es útil porque la extensión provoca una híper presión del líquido cefalorraquídeo en las cavidades del cerebro, los ventrículos, y un aumento del metabolismo general.
EI conjunto de las estimulaciones percibidas durante la expulsión, que provocan un verdadero aumento del ácido carbónico en la sangre, va a favorecer el comienzo de la actividad del centro respiratorio. Por eso es obvio que cualquier alteración a nivel del occipital, provocara alteración respiratorias, tanto a nivel de los centros del bulbo como de los nervios que salen por la base del cráneo e involucran las vías respiratorias superiores: faringe, laringe, bronquios, etc.
Podemos pues concluir que las compresiones del cráneo y del tórax durante el parto provocan la compresión de los centros del bulbo, y empujan fuera de los pulmones el líquido amniótico. Todos estos fenómenos mecánicos provocaran modificaciones de la química sanguínea, que va a permitir el inicio de la actividad de los centros neurológicos.
Podemos tener lesiones craneales con orígenes intrínsecos intrauterinos. Por ejemplo, la asfixia producida por el cordón umbilical que ahorca al bebe; una mala inserción de la placenta (placenta previa); las compresiones provocadas por las cabezas de los gemelos o mellizos que pueden detener el crecimiento o el desarrollo normal del cráneo de un feto. Siempre debemos revisar con mucho cuidado a los gemelos o mellizos, que casi siempre se lastiman mutuamente.
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