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William Garner Sutherland, discípulo directo de Taylor Still, iba a dar un extraordinario impulso a la osteopatía al descubrir un nuevo dato de la fisiología: la existencia de un movimiento, desconocido hasta entonces, que tiene su origen en el cerebro y que él va a llamar movimiento respiratorio primario (en inglés: C. R. I., o «cranial rythmic impulse»).
Todavía más revolucionario que la osteopatía de Taylor Still, que había conmocionado a la medicina de su época, el concepto craneal de Sutherland iba a sufrir en sus comienzos la incomprensión de los mismos osteópatas.
La osteopatía craneal se impondrá gracias a su demostrada eficacia en el tratamiento de las afecciones más graves, especialmente en los niños, con los que los métodos osteopáticos clásicos se mostraban de escasa utilidad.
Sin embargo, y esto puede parecer increíble, aún hoy todavía ciertos osteópatas la ignoran, por razones diversas. Sin duda, las dificultades de aprendizaje de este método, la gran disponibilidad que exige su práctica, la amplitud y calidad de los estudios no son extrañas a esa ignorancia.
Apasionado de la anatomía y la fisiología, el joven W. G. Sutherland descubre con sorpresa que en el cráneo existen ciertos bordes que parecen hechos para deslizarse uno sobre otro. En efecto, si el cráneo era concebido, según se lo describía en la mayoría de los libros, como una caja rígida, esas suturas deberían estar anquilosadas, soldadas al acabar el crecimiento. Ahora bien, esa soldadura se produce sólo a una edad muy avanzada. Si esas suturas no se sueldan, es posible desmontar el cráneo como se haría con un delicado mecanismo de relojería.
Sutherland consagrará veinticinco años de su vida a experimentar con el cráneo, practicando sobre él mismo a fin de determinar si el bloqueo de las suturas podría generar disturbios o perturbaciones orgánicas.
Estudiando minuciosamente las articulaciones craneales, Sutherland emprende entonces los cálculos para explicar cómo se mueve cada una de ellas y definir los ejes de movimiento.
Así, va a enumerar con precisión las relaciones entre las suturas y los orificios de pasaje de los nervios y de los vasos. Va a explicar también cómo las membranas que recubren los rebordes de los huesos pueden ceñir y comprimir los nervios y vasos cuando se producen ligeros traumatismos, originando trastornos que hasta ese momento no tenían solución.
Basándose en los principios de A. Taylor Still, Sutherland deduce que a nivel de las articulaciones y las membranas meníngeas del cráneo (hoz del cerebro, tienda del cerebelo), las estructuras responden a las mismas leyes que en todas las partes del cuerpo. Cualquier modificación de los huesos, de la tensión de las membranas pueden, como en otras partes, perturbar las funciones, a nivel de las estructuras nerviosas cerebrales tan vulnerables.
El Dr. John Upledger incorpora y refina con éxito las técnicas del Dr. Sutherland. Realiza experimentos clinicos en la Universidad de Michigan demostrando la existencia y funcionamiento del sistema craneosacral. Es el Dr. Upledger quien denomina el termino Terapia Craneosacral y desarrolla las tecnicas de tratamiento.
La Terapia Craneosacral es un sistema de terapia manual suave y profunda.
Esta técnica usa un tacto muy suave para evaluar las restricciones en el sistema cráneo-sacral, sin riesgos, que conviene tanto a niños como a adultos, puede utilizarse, sola o combinada con otras terapias.
Durante la sesión el cliente siente el contacto ligero de las manos del terapeuta entrenado en escuchar los movimientos sutiles del cuerpo, sus ritmos, pulsaciones y patrones de congestión y resistencia. Esta escucha proporciona información importante sobre el funcionamiento de la persona en su totalidad.
El terapeuta nunca impone nada sobre el cuerpo de la persona, ni fuerza a su organismo a hacer algo para lo que todavía no está preparado. Es el mismo sistema del cliente el que lleva la directriz de su proceso de curación.
Generalmente es necesario realizar una serie de sesiones para obtener todos los efectos beneficiosos que esta terapia puede ofrecer.
Al tratarse de una terapia global de todo el cuerpo, puede ayudar a las personas con casi cualquier condición, incrementando su vitalidad y permitiendo utilizar sus propios recursos de autocuración.
"Las indicaciones del tratamiento craneal son las mismas que las indicadas para el tratamiento osteopático, bien sean alteraciones estructurales con disminución de la movilidad articular y tensiones en los tejidos ligamentosos que provocan la alteración de un buen riego sanguíneo arterial. Añadiendo a la "supremacía de la arteria" de la que hablaba el Dr. Andrew Taylor Still , la osteopatía craneal simplemente da un paso al insistir en la buena circulación del líquido del cefalorraquídeo como irrigador de los "campos secos", tal y como lo visualizó en su día el fundador de la "Filosofía de la Osteopatía"
"... las lesiones de la columna repercuten sobre el cráneo y las del cráneo sobre la columna vertebral, así que ambas han de ser entendidas en conjunto para el tratamiento."
Texto sacado de la biografía del Dr. Sutherland, "with thinking fingers". Escrito por su mujer Adah Strand Sutherland.
Emilio Monteliu pertenece a la primera promoción (1998-2002) de terapeutas craneosacrales españoles. En el año 2003 viaja a los EEUU a Palm Beach Florida donde se encuentra la sede del Instituto Upledger para recibir formación especializada en Terapia Craneosacral de la mano del propio Dr. John E. Upledger.
Es uno de los pocos seleccionados para participar en el programa Bioaquatic Exploration (terapia craneosacrál con delfines) que la Fundación Upledger desarrolla en las Islas Bahamas.
Texto sacado de "Contribuciones al pensamiento".
La colección de escritos de William Garner Sutherland (padre del concepto osteopático craneal), publicada por su mujer:
Las palabras "no tocar", no fueron escritas para el osteópata. Dios, le dio las herramientas con las que sentir, permitiéndole tocar, en lugar de prohibírselo. Pero en primer lugar, le enseñó cómo sentir. Su trabajo profesional es en un grado muy elevado una tarea con sus dedos, intentando buscar con ellos todas esas causas dentro de los tejidos del cuerpo, algo tan complicado como buscar una aguja en un pajar, para ello son necesarios además, unos dedos que contengan células cerebrales dentro de ellos. Dedos que sean capaces de sentir, de pensar y de observar.
De este modo, el osteópata primero educa sus dedos para poder ser sensitivos, observadores y pensadores. Unos dedos capaces de descodificar las señales que envían los tejidos del cuerpo a lo largo de la médula espinal. Solo unos dedos así, son capaces de llegar a recibir el mensaje del diagnóstico. Los dedos del osteópata actúan como detectives, habilidosos en el arte de encontrar todo aquello que está escondido. El simple hecho de deslizar los dedos arriba y abajo, no es entrar en contacto con las cosas ocultas, ni es la forma más propensa de adquirir un toque y sensibilidad osteopática.
Los dedos del osteópata deberían relajarse en la zona que están tocando, penetrar profundamente para así poder llegar a las cosas que importan. El hecho de residir en una ciudad durante uno o dos días, nos ofrece la oportunidad de hacer amistad con la gente de la zona, algo que no es posible si pasamos rápidamente con el coche. Así es el sentido del tacto, los dedos deberían tomarse su tiempo, descansar firme, gentil y profundamente en las articulaciones, músculos, ligamentos, por todas partes, y de este modo crear una amistad con la gente de esa "ciudad". La gente de esta ciudad de la columna vertebral estaría así predispuesta a informar a nuestros dedos de cosas de importancia que ocurren allí. Los dedos no solo sienten mientras diagnostican, sino mientras, tratan también, y mientras lo hacen, siguen a sus sensaciones, pensamientos y a sus observaciones.
W. G Sutherland D.O
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